Betini: su vocación por la pintura y por la reflexión sobre la condición humana

Betini: su vocación por la pintura
y por la reflexión sobre la condición humana


Roberto Eduardo Rébora Gómez cursó toda su educación básica en la American School de su ciudad natal. Durante sus años de primaria perteneció a la selección de futbol de la escuela, y ya dibujaba desde entonces. En ese tiempo, por una visita escolar fue que conoció los frescos del antiguo Hospicio Cabañas realizados por José Clemente Orozco:

Nos organizaron una excursión en el colegio donde yo estudiaba, para conocer el Hospicio Cabañas. Tenía el conocimiento de que era el sitio donde vivían los niños huérfanos. Siendo yo niño, entonces, conocí a los que que no tenían padres, y eso me impactó mucho. Llegamos al Hospicio Cabañas, y quedé impresionado por su monumentalidad. Todavía me impresiona. Eso impone, porque no sólo fue construido como una iglesia, sino que es un espacio en donde se vive la espiritualidad. Me sentí muy conmovido. Y en ese estar yo de pie debajo de la cúpula central, miré hacia arriba, y se me estremeció el corazón: ahí estaba El hombre en llamas, de José Clemente Orozco. A mí ya me gustaba dibujar, pero esa experiencia me acercó a la monumentalidad, y ahí fue que decidí hacerme pintor.[1]

Se dedicó, entonces, de manera autodidacta al estudio del dibujo, con tal desempeño y empezando a desarrollar su talento, que siendo todavía un adolescente en 1977 formó parte de la exposición del II Salón de la Caricatura Jalisciense, en el Ex Convento del Carmen, organizado por el Departamento de Bellas Artes del Estado de Jalisco y Comunicación Cultural, siendo ésa su primera exposición colectiva. Le seguirían en los tres años posteriores otras exposiciones en salas de instituciones municipales y educativas de su ciudad natal.

Betini en el II Salón de la Caricatura Jalisciense  (1977, Ex Convento del Carmen; Guadalajara, Jal.)
Betini en el II Salón de la Caricatura Jalisciense
(1977, Ex Convento del Carmen; Guadalajara, Jal.)

Al terminar sus estudios básicos, el joven Roberto decidió continuar el nivel medio superior en la Universidad de Guadalajara, por lo que es egresado de la primera generación de la Preparatoria 7.

Su primera exposición individual, Monos y Dibujos de Betini, la realizó en 1981 en la galería La Puerta, conocido espacio de arte de la Guadalajara de aquel momento. Viajó a La Habana, Cuba, por recomendación de Eduardo del Río Rius, junto con el también joven caricaturista José Ignacio Solórzano Jis, para participar en la Segunda Bienal Internacional de Humorismo Gráfico, en la que ambos quedaron como finalistas.

En ese mismo 1981 viajó a Francia e Inglaterra con sus padres y su hermana mayor, Ana Luisa, también pintora.[2] Aquel viaje resultó iniciático para él: tuvo el deseo de vivir y formarse en Europa, así como definió su paso de la caricatura a la pintura. Por ese tiempo, ya en el camino de desarrollar un agudo sentido analítico, empezó a trabajar como caricaturista en los periódicos tapatíos El Informador y El Diario de Guadalajaraademás de colaborar en El Universal, uno de los medios de circulación nacional más importantes, y en Unomásuno. Junto con Jis, colaboró en las revistas Galimatías y La Garrapata. Asimismo, y gracias a los ingresos que obtenía de sus colaboraciones y la venta de sus dibujos, estuvo en posibilidad de rentar un espacio que convirtió en su primer taller, conocido como El Taller del Loco. Se dio la circunstancia de que tuvo como vecino al pintor Alejandro Colunga, y es a su relación que atribuye su rompimiento abrupto con la caricatura: “Creo que el hecho de estar en contacto con el trabajo de Alejandro hizo que la seducción de la pintura como imagen fuera más fuerte que la de la caricatura como humor. [...] ahora me interesa más la fuerza expresiva de la imagen que caer de nuevo en ilustrar una idea particular.”[3]

En 1982 volvió a exponer individualmente en dos ocasiones: Betini, en Galería de Arte Marchand, y Esta Tierra Nuestra de Ciegos / Exposición de Pintura y Dibujo de Betini Rébora, en el Ex Convento del Carmen.

Tríptico de Esta Tierra Nuestra de Ciegos / Exposición de Pintura y Dibujo de Betini Rébora
Tríptico de Esta Tierra Nuestra de Ciegos / Exposición de Pintura y Dibujo de Betini Rébora

Esta última estuvo integrada por más de medio centenar de piezas –tintas sobre papel, acrílicos sobre cartón, en formatos mayores a los que solía trabajar–: “Una danza de arlequines, seguida por una comparsa de bufones y una banda de músicos [...] personajes de lo más extraños, algunos llevan máscaras, otros van vestidos con túnicas extravagantes, incluso se han visto sujetos que han sido calificados como grotescos.”[4]

Malo comentando a otros sobre su arrepentimiento (1982)
Malo comentando a otros sobre su arrepentimiento
(1982)

Conocidos de nuestras pesadillas (1982)
Conocidos de nuestras pesadillas
(1982)

En ese año, la editorial Cuarto Menguante, dirigida por un grupo de jóvenes poetas y artistas tapatíos entre los que se encontraban Adriana Díaz Enciso y Jorge Esquinca, publicó el libro Si existieras, señor Mecenas, firmado como Betini Rébora. En dicho libro se reproduce una selección de los dibujos de Esta Tierra Nuestra de Ciegos, y en él se encuentran los ensayos críticos del emérito catedrático Manuel Rodríguez Lapuente y del periodista y poeta Carlos Prospero.

Portada de Si existieras, señor Mecenas  (Guadalajara,  Cuarto Menguante, 1982)
 Portada de Si existieras, señor Mecenas
(Guadalajara,  Cuarto Menguante, 1982)

Interiores de Si existieras, señor Mecenas  (Guadalajara,  Cuarto Menguante, 1982)
Interiores de Si existieras, señor Mecenas
(Guadalajara,  Cuarto Menguante, 1982)

Interiores de Si existieras, señor Mecenas  (Guadalajara,  Cuarto Menguante, 1982)
Interiores de Si existieras, señor Mecenas
(Guadalajara,  Cuarto Menguante, 1982)

En 1983 realizó en el Museo Universitario de Ciencias y Artes de la Universidad Nacional Autónoma de México la exposición individual Por favor, no asusten, por invitación del prestigiado museógrafo Alfonso Soto Soria, quien quedó impresionado por el potencial que reconoció en el trabajo de Betini mostrado el año anterior en el Ex Convento del Carmen.

Para entonces, la obra de Betini ya se caracterizaba plenamente por su inclinación a la reflexión sobre la condición humana, trazándola “con manchas de humor, de burla ante lo que considero que no puede ser más que burlado”,[5] en manifiesta crítica social. Es notorio cómo ya se veía en él a un desvelador de realidades. Acerca de Esta Tierra Nuestra de Ciegos, la periodista Adriana Malvido escribió para una entrevista que le hiciera a Betini: a partir del dibujo monocromático “aparecieron el color y la transición a la pintura, sin desvanecerse el motivo de todo su trabajo: la idea y el compromiso de utilizar su capacidad dibujística para ‘decir cosas, gritar situaciones y reír ante algo ya obsesivo en mí, que es el retrato del poderoso’. [...] Desde ahí, convirtió el lienzo en el escenario donde mueve sus personajes en diversas situaciones”.[6] Rodríguez Lapuente describe esas situaciones, a su vez, como radiografías de la soledad captadas “con toda clarividencia” por un joven artista que “busca al hombre, al hombre moderno, al que integra esta sociedad, al que satura nuestras ciudades. Lo encuentra, y así lo presenta con sus tintas, sumido en un opaco ámbito de soledad.”[7] Para Prospero, por su parte, el “solipsismo que plasma Betini en sus dibujos es producto de la mediocridad o de la estandarización ideológica[, y esos dibujos son] una charada de los valores en su expresión física, con significado de búsqueda de la manifestación de los verdaderos valores humanos [...] una forma de conocer la realidad y de plasmarla de acuerdo con necesidades sociales de comprensión, imaginación y cambio.”[8]






[1] Roberto Rébora, en conversación.

[2] Son cuatro hermanos Rébora, todos ellos reconocidos artistas: además de Ana Luisa y Roberto, Álvaro es escultor en madera y Cecilia es ilustradora infantil.

Los Rébora en Galería de Arte Pablo Guerrero; Guadalajara, Jal.
(Foto: Marte Merlos)

[3] Francisco Barreda, “Roberto Rébora vs. Betini”, de “Artes Plásticas”, en La Cultura en Occidente, Guadalajara, 28 de mayo de 1989, pp. 8-9.

[4] Jorge Durand, texto sin título en el tríptico de exposición Esta Tierra Nuestra de Ciegos, Guadalajara, julio de 1982.

[5] Raquel Díaz de León, “Crítica social en la obra artística de Betini Rébora, pintor de 20 años”, en Excélsior, México, Distrito Federal, 13 de mayo de 1983, pp. 1B-4B.

[6] “La pintura es un medio para decir muchas cosas, y la burla, el instrumento de un trabajo crítico: Rébora”, en Unomásuno, México, Distrito Federal, 27 de mayo de 1983, p. 17.

[7] “Notas para una contemplación arbitraria”, en Betini Rébora, Si existieras, señor Mecenas, México, Cuarto Menguante, 1982, pp. 7-8.

[8] “Betinis del mundo...”, en Betini Rébora, Si existieras, señor Mecenas, p. 9.

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