Retratos:
la incesante multiplicación de efigies
Juan Limón
[T]odo retrato del pincel de Rébora es incesante multiplicación de efigies, desconocimientos, búsquedas a la vez tranquilas, algo distanciadas (sin distancia no hay verdad objetiva) y angustiosas; sólo que su angustia es madura, y no pose ni aspaviento de quien se cree centro (cualquiera de esos retratos implica más de un centro, más de una centralidad; un espacio donde hay varios centros y en donde cada centro es uno más y no el Centro mayor y unívoco, el Centro avasallador).
El poli
Doña Mari
Don Juan
[...] es a la vez comprensión, sabiduría y sustancia. La comprensión no oprime sino comprime el material con que Rébora trabaja. La figura fulgura, desplaza luz y color, parece querer salirse del marco del cuadro, pero acaba reconociendo límites, su imposibilidad, y se centra en una descentración que le permite existir. Reconocer sus límites es entrar en madurez, acercarse a una sabiduría que es epifanía y concreción: tranquilidad, trabajo bien hecho, reposo merecido.
Teodoro González de León
(2004, óleo-temple sobre tela, 100 × 120 cm, sin serie)
Los cuadros de Rébora reposan: su variedad es reposada, su multiplicidad en unidad es tranquila. Donde la comprensión revierte ya en sabiduría, se está ante las escamas de un pez; cada escama es estrella celeste, fija y fugaz. El peso de la figura de una composición de Rébora es tierra, suelo para la caída, abismo que se abre y desasosiega: un deslizamiento que, desde ese aludido estado de reposo, revierte en sustancia (el pez es pez y no transformación quimérica): y ésta en respiración íntima y ulterior, fons et origo; y, en tal sentido, por supuesto que misterio: golpe de dado, raudal del pincel, saturación momentánea, reinicio.
Gerardo Deniz
Juan Almela / Gerardo Deniz
En el cuadro siguiente volverá a intentar una comprensión, ser sustancia, contener sabiduría. No alcanzará esa totalidad, mas no cejará en su búsqueda, ni en disminuirse, en cuanto que brocha y ego, en su estado de búsqueda permanente, para alcanzar el retrato verdadero de una espiritualidad.
José Kozer[1]
Autorretrato (con máscara de guerrero)
(1997, temple sobre tela 100 × 66 cm, sin serie)
[1] “Roberto Rébora o donde el retrato se multiplica”, 2015, inédito.