Encuentro con Vlady: el hombre puente
En uno de sus viajes temporales a México en 1986 para visitar a su familia, Rébora asistió en el Palacio de Bellas Artes a la exposición Confrontación, en la que conoció un par de piezas monumentales de Vlady, “pintor de origen ruso cuya obra asocié con aquella de la escuela de San Rocco en Venecia. Quedé prendado de la luz de la materia en esos cuadros de carácter moderno.”[1] Impulsado por el impacto causado en él y su consecuente inquietud –y, sin duda, bajo el influjo de una “pulsión instintiva”–, Rébora enseguida buscó a Vlady, y entablaron una sinuosa pero estrecha relación que se prolongaría hasta la muerte en 2005 de aquel maestro de “inteligencia desbordada y elocuente de no fácil trato”:[2]
Tres días pasé con Vlady en
su taller de Cuernavaca, en febrero de 1987. Desde entonces, considero que su
pintura es paradigma del artista comprometido con búsquedas personales hasta
los límites de la provocación. Muchas veces lo frecuenté en su estudio y,
generoso, me mostró secretos íntimos de procedimientos alquímicos [el
procedimiento técnico para el uso del aceite y el temple, la importancia del
oficio]. No he dejado de admirar su dibujo serpentino, así como de finura
extrema. Sus dibujos eróticos pulsan las contracciones rítmicas y carnales al
ordenar, líricamente, un constante fluido de formas que copulan como ríos
interminables de tinta erotizada por la línea misma.[3]
En la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada,
Ciudad de México, 1986
(Foto: ¿?)
Rébora encontró en Vlady, pues, lo que Elena Poniatowska
definió como “el puente entre la cultura antigua y el arte contemporáneo”: “Nos
dieron las cuatro de la mañana hablando de pintura como unos locos y no
habíamos comido siquiera. Vlady es capaz de generar esa pasión porque vive
absolutamente sumergido en lo que hace. A raíz de ello, pinté un cuadro
luminoso y profundo, y sentí que éste podía ser el caldo de cultivo de otros;
supe que estaba yo creando algo nuevo”,[4] y todo gracias a aquellas
dos obras de Confrontación que
“retumbaron en mi interior como prueba irrefutable del pasado hecho modernidad:
una mano contemporánea guiada por una técnica centenaria.”[5]
[2]
Roberto Rébora, “Vlady: paradigma del artista”, de Vlady paradigmático, en La
Jornada Semanal, núm. 603, dir. Carmen Lira Saade, México, 24 de septiembre
de 2006, p. 4. También publicado en Vlady, Vlady
/ La sensualidad y la materia, textos de Mercedes Iturbe, Javier Wimer,
Roberto Rébora, Guadalupe García Miranda y David Huerta, México, Museo del
Palacio de Bellas Artes-Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2006.
[3]
Id.
[4]
Elena Poniatowska,
“Roberto Rébora”, de “Artes Plásticas”, en La
Cultura en Occidente, Guadalajara, 14 de abril de 1991, p. 8.
[5]
Rébora, “Vlady: paradigma del artista”, p. 4.