Azules y Rojos: derramamiento de la vida en el desencuentro erótico

Azules y Rojos:
derramamiento de la vida en el desencuentro erótico


W de pie  (2007, temple sobre tela, 120 × 120 cm, serie Azules y Rojos)
W de pie
(2007, temple sobre tela, 120 × 120 cm, serie Azules y Rojos)

Nerval habla “del derramamiento del sueño en la vida real”. La [serie Azules y Rojos] de Roberto Rébora bien puede hablar del derramamiento de la vida real, en este caso manifestada, por cuanto Eros, en el sueño: un derramamiento que desgarra sus falsos velos, y lo muestra en su descarnada carnalidad, como doloroso desencuentro.

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Mayor y menor  (2006, temple sobre tela, 120 × 120 cm, serie Azules y Rojos)
Mayor y menor
(2006, temple sobre tela, 120 × 120 cmserie Azules y Rojos)

La joie de vivre  (2007, temple sobre tela, 180 × 160 cm, serie Azules y Rojos)
La joie de vivre
(2007, temple sobre tela, 180 × 160 cmserie Azules y Rojos)

Vamos al grano, Roberto Rébora; [con Azules y Rojos] participo del Eros en su estado más cercano a la degradación: los cuerpos, investidos del semidesnudo, aparecen separados, dándose varias veces la espalda, ocultándose entre sí, sea antes o después del coito. Se trata de cuerpos heterosexuales u homoeróticos, qué más da: todos tienen en común el cansancio, la dejadez de una carne ajada, gastada y quizá mancillada, revestida de unas ropas desaliñadas a las que acompañan el descuido –casi lo podemos oler– y la suciedad de unas sábanas desordenadas.

El acto amoroso, que por seguro no es el amor, va a cumplir con su cometido, o ya lo cumplió: por ende, ahora, en esos cuadros los cuerpos pueden desentenderse, el encuentro ha terminado aun cuando no ha comenzado; su base y esencia es el desencuentro. Coito carnal, mecánico en gran medida; coito funcional que se efectúa, y materializa, en su último momento, anterior a la despedida, mediante un gesto: darse los cuerpos la espalda, o relacionarse por última vez, antes de tomar cada uno su camino, de medio lado –un medio lado en que ya no es necesario volverse a rozar, mucho menos tocar, ni siquiera despedirse–.

Lección de dibujo  (2007, temple sobre tela, 180 × 160 cm, serie Azules y Rojos)
Lección de dibujo
(2007, temple sobre tela, 180 × 160 cmserie Azules y Rojos)

Estamos ante la desolación del Eros; el cuadro es el cuarto, el cuarto es el desierto del desamor. El pincel de Roberto Rébora arriesga contornos borrosos, desnudeces inapetecibles, rostros cansinos, cercanos a ese decaimiento en que amor y acto amoroso no coinciden como armonía, entregas carnal y espiritual simultáneas. La fuerza de esos cuadros estriba en el ámbito ceñido en que las figuras expresan su soledad, su desazón indiferenciada e indiferente: un ámbito donde junto a lo abarrotado del cuarto encontramos lo vaciado de la expresión, en donde dos figuras solas se unen separadas o se separan reunidas por un ingente espacio, atestado o escueto, en el que no se ve una flor, un bibelot, un pequeño recordatorio de intimidad. Sólo sábanas revueltas, desorden de ropas y almohadones, tristeza semental.


José Kozer[1]


Baile en el Madhouse  (2007, temple sobre tela, 180 × 160 cm, serie Azules y Rojos)
Baile en el Madhouse
(2007, temple sobre tela, 180 × 160 cmserie Azules y Rojos)





[1] “El desencuentro erótico”, en Roberto Rébora, Materia y discurso de fe / Matter and Discourse of Faith, pp. 182-185.

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